La música, su vida
Si eres de Bilbao, es muy probable que hayas visto actuar a Guillermo alguna vez en tu vida.
Sus inicios
A lo largo de varias décadas, Guillermo ha formado parte del ambiente musical de Bilbao. Ha actuado en todas las salas de fiesta, discotecas, pubs, en el mítico «Pianissimo«, en el antiguo Oboe, en la Sociedad Bilbaina, en la Pérgola y en las txoznas en fiestas, en el Arriaga y todos los demás teatros… La lista no es que sea interminable, es que no hay sitio por el que no haya pasado de una u otra manera.
De Rekalde, y muy de Bilbao. De los que se pelean por pagar la ronda y la de la mesa de al lado. Da igual cuándo nació porque tenga la edad que tenga, sigue siendo joven, de cuerpo y de mentalidad.
En lo físico lo demuestra cada día porque sigue siendo siempre el primero en cargar los amplis después de una actuación, y en lo mental, porque es un tipo muy abierto y dispuesto a todo. Es joven.
Siendo aún más joven, firmó un contrato discográfico como solista y grabó varios discos, en aquellos años en los que tener un contrato discográfico con una de las grandes compañías no era ninguna broma.
Ahí acabó su corta dedicación al diseño gráfico, aunque conserva su afición por la pintura, y ha seguido pintando cuadros durante toda su vida, porque el que tiene arte, lo tiene para todo.
Sus aventuras de la época fueron paralelas a los grandes nombres de la música española, con cientos de anécdotas y situaciones de las que nunca presume.
Pero también formó parte de grupos conocidos de la escena musical de Bilbao, como Brotes, Tabasco, o los Mitos.
Su obra
Como cantante, tiene ese algo que te hace reconocerlo a la primera nota, con una voz muy personal y diferente. Su manera de interpretar es salvaje, intuitiva, y profundamente improvisada. Es tal su espontaneidad que reconoce que le cuesta cantar la misma canción siempre de la misma manera.
Y como teclista, se ha enfrentado a todo tipo de situaciones. Acompañando solo al piano a innumerables artistas, o haciendo uso de programaciones a la vez que toca con una habilidad y fluidez francamente sorprendente. Es muy sólido.
Su trabajo en su estudio de grabación también es algo muy destacable, porque por allí han pasado todos los artistas locales, y ha ayudado a producir los discos de infinidad de gente anónima y no tan anónima.
Su contribución al género de la Bilbainada ha sido fundamental a la hora de intentar mantenerlo vivo y regenerarlo con nuevas ideas, haciéndose cargo de la producción del concurso anual de Bilbainadas del Ayuntamiento de Bilbao durante décadas.
Por el cariño, la dedicación y los dolores de cabeza que ha sufrido para sacar adelante las bilbainadas siempre cada año de manera impecable, Guillermo es merecedor de un homenaje y un reconocimiento de proporciones bíblicas por parte de esta ciudad. Los que se dedican a las bilbainadas lo saben.
Su buen gusto por la poesía y los personajes de Bilbao, también le llevó a homenajear a Blas de Otero, grabando un disco en el que pone música a sus poemas, con permiso de su viuda, y con el apoyo de las instituciones.
Sus canciones son más conocidas de lo que tú y yo imaginamos. Su «Paseando por Bilbao» es un clásico de la programación de Radio Nervión que forma parte de la banda sonora de la vida de muchísima gente.
Como compositor siempre ha tenido en cuenta los temas solidarios. La conciencia social es habitual en su temática, con canciones dirigidas a la situación de la mujer, a asociaciones de enfermos, o recientemente a los profesionales de la salud en tiempos del COVID. No sé si se le puede llamar «artista comprometido», pero como mínimo tiene una evidente inquietud por los demás.
En la actualidad
Guillermo sigue siendo el motor de varias formaciones con las que no es difícil verle tocar en cualquier sitio de Bilbao. Con su trío de jazz, o con sus colaboradores habituales para amenizar todo tipo de eventos. Siempre aglutinador de ideas, de proyectos y tirando del carro. Son muchísimas las personas que han tenido la suerte de poder moldear su actividad musical siguiendo su estela.
Y siempre solidario y dispuesto a sumar. Su teléfono siempre ha sido un hervidero de peticiones de favores de todos los músicos de Bilbao.
En resumen, Guillermo es una figura central de la música en Bilbao. Insustituible y merecedor de un mayor reconocimiento, que sin duda algún día tendrá, cuando por desgracia no podamos seguir disfrutando de su voz y su arte.
Pero todo esto da igual. Aunque suene a tópico, Guillermo es aún mejor persona que artista.
Los que hemos tenido la suerte de conocerlo a él y a su preciosa familia, sabemos quién es y lo que hace. Su sencillez, su discreción, su humildad y su obsesión por no figurar hacen que su lista de amigos sea tan interminable como su lista de aventuras musicales.
Y ese es su verdadero legado, además de su honradez, su cercanía, su fidelidad, y las cosas que hemos aprendido y seguimos aprendiendo de él. Y no son palabras vacías ni tópicos, he elegido cuidadosamente cada una de ellas para describir exactamente lo que es para mi, y para mucha gente más, este bilbaino ilustre con el que he tenido la suerte de cruzarme en la vida.
Da igual quien haya escrito esto, yo solo soy un fan, orgulloso y afortunado de haberle conocido a él y a su familia.